Un recorrido por la vida del Papa Francisco
Por: Pbro. Wilman Arley Paredes Alba, estudiante de derecho canónico en la Pontificia Universidad Lateranense (Roma)

Argentina es un país de una gran belleza, allí se pueden encontrar algunas de las montañas más altas del mundo, praderas muy extensas y cataratas majestuosas. Su capital Buenos Aires es una ciudad cosmopolita que se destaca por el estilo europeo de su arquitectura y su rica vida cultural; pero también es una ciudad de contrastes marcados donde la pobreza y la delincuencia consumen a barrios enteros.
En el siglo XX millones de habitantes llegaron a esta región en busca de una vida mejor, entre ellos se encontraba el futuro padre del Papa. Mario Bergoglio llegó desde la región piamontesa de Italia; él y su esposa se instalaron en Flores, un barrio en el que vivían muchos otros inmigrantes. Fue en este hogar donde criaron con amor a una familia de cinco hijos.
El joven Bergoglio que asistió a una escuela pública era muy amante del tango, sus pasiones predilectas fueron Carlos Gardel y Ada Falcón. Esta pasión solo tenía parangón con su amor por san Lorenzo de Almagro, el equipo de fútbol porteño que admiraba.
Una tarde, inesperadamente descubrió las semillas de la vocación religiosa, en la Basílica de San José de Flores donde sintió que Dios lo estaba buscando. Cuenta que él iba a ir a una excursión con sus amigos, pero antes de eso pasó por la iglesia a confesarse y en ese momento experimentó la llamada del Señor y no salió ya con sus amigos: “Después de la confesión sentí que algo había cambiado, ya no era el mismo. Había oído justamente como una voz, una llamada, estaba convencido de que tenía que ser sacerdote”, estas son las palabras con las que años después describiría ese momento.
Cuando sintió la llamada al sacerdocio, Bergoglio estaba graduándose de técnico químico. Poco después entró en la Compañía de Jesús, su convicción como un joven seminarista jesuita se fortaleció cuando su vida se vio amenazada por una neumonía que le provocó la pérdida de parte de uno de sus pulmones.
En 1969 fue ordenado sacerdote y el 22 de abril de 1973 tomó sus últimos votos como jesuita luego de más de 15 años de formación. Entre los años 1973 y 1979 fue el Superior Provincial de los jesuitas en Argentina. Durante estos años como Superior y luego como rector de teología y filosofía en el Colegio Máximo de San José se revelarían la personalidad y la capacidad de liderazgo del futuro Papa.
En 1986, Bergoglio viajó a Alemania para profundizar sus estudios teológicos y cuando regresó a Argentina fue enviado a Córdoba donde sirvió con humildad a la comunidad jesuita como confesor y director espiritual. Nadie pensaba que él ocuparía un lugar importante en la Iglesia, pero su humildad llamó la atención del cardenal Antonio Quarracino de Buenos Aires y el 20 de mayo de 1992 el Papa Juan Pablo II lo designó como obispo titular de la diócesis de Oca y Auxiliar de Buenos Aires.
Cinco años después sería arzobispo y líder espiritual de la ciudad que amaba, Buenos Aires, allí él mismo atendía el teléfono, recorría las calles, viajaba en el metro encontrándose y entendiendo lo que la gente vivía. Más de cuatro décadas después de que entró por primera vez al seminario, el entonces arzobispo fue creado cardenal por el Papa Juan Pablo II, en la Plaza de San Pedro, era el año 2001.
En ese año la economía de Argentina estaba en crisis: devaluación, altos niveles de desempleo, un gobierno derrocado, disturbios en las calles. Para el nuevo cardenal su tarea era la de proteger a los inocentes y reconfortar a los que sufrían, así lo afirmó en uno de sus discursos: “cuando ya olvidamos a los hermanos que están sufriendo, ya sembramos una semilla de violencia”.
En su episcopado, usó una frase que marcó su camino: “la Iglesia tiene que estar en las fronteras”… a los sacerdotes les decía, que no tenían que llamar a la gente a los templos sino salir ellos a donde está la gente.
La influencia del cardenal Bergoglio se extendió más allá de Buenos Aires. Cuando Benedicto XVI fue a Aparecida (Brasil), él estuvo a cargo de redactar uno de los documentos más importantes de la Iglesia en el nuevo mundo, el Documento de Aparecida, exponiendo en este escrito el mensaje importante de una manera sencilla y actual. Bergoglio fue criado por su abuela materna y el gran amor que le tuvo influyó notablemente en su preocupación por el cuidado de los ancianos y los moribundos, a quienes la sociedad no debe olvidar, ni desatender. Su figura como un hombre lleno de amor y compasión por los menos privilegiados se evidenciaba en la costumbre de lavar los pies de los sufrientes de Buenos Aires en cada Jueves Santo un gesto de caridad y de humildad que marcó positivamente a las comunidades.

El 13 de marzo de 2013, el cónclave que se celebró tras la renuncia de Benedicto XVI eligió como Papa a Jorge Mario Bergoglio, quien manifestó su voluntad de ser conocido como Francisco en honor al santo de Asís. Bergoglio es el primer Papa jesuita y el primero proveniente del hemisferio sur. Es también el primer Pontífice originario de América y el primero no europeo desde el sirio Gregorio III, fallecido en el año 741.
El conclave produjo no solo un cambio sino una continuación de la gran tarea de la nueva evangelización con el enfoque de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Su autoridad pastoral y su sentido universal de la Iglesia fueron las primeras señales que marcaron el inicio de su ministerio papal.
El hecho de ser el primer Sucesor de Pedro de este lado del mundo, generó una enorme alegría en toda América Latina, pero sobre todo en la patria del Papa, su elección ha sido una verdadera bendición. El entusiasmo fue mayor para aquellos que le tenían gran afecto. En los días que siguieron a su elección todos querían ser parte del momento histórico, incluso el club deportivo que el Papa había seguido desde su infancia que en su siguiente partido pidió la autorización por única vez de colocar en su camiseta la foto del Papa Francisco.
El impacto que produjo su elección hizo que el mundo se preguntara qué podía esperar de este Papa simple y humilde… y la respuesta se debía buscar en las mismas palabras de Él: una Iglesia que no se va a quedar quieta, una Iglesia no estática, que sale al encuentro de la gente, una Iglesia santa o al menos con un gran esfuerzo de virtud y esa virtud tiene que demostrarse particularmente en la pobreza, por eso la elección del nombre de Francisco.
En su primer viaje internacional, el Papa llegó a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, ahí les dio la bienvenida a millones de jóvenes, retándolos a descubrir el poder transformativo de su fe católica: “no olvidemos jamás que el verdadero poder es el servicio y que también el Papa para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la Cruz, debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe y como San José abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres” (Discurso a los jóvenes).
VIAJES APOSTÓLICOS
Luego de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco ha realizado los siguientes viajes: Tierra Santa (Jordania, Israel y Palestina); Corea del Sur; Albania; Francia; Turquía; Filipinas; Bosnia y Herzegovina; Ecuador, Bolivia y Paraguay; Cuba y Estados Unidos; Kenia, República Centroafricana y Uganda; México; Grecia (dos veces); Polonia; Georgia y Azerbaiyán; Suecia; Egipto; Portugal (dos veces); Colombia (del 6 al 10 de septiembre de 2017, visitando las ciudades de Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena).
Luego visitó Bangladés y Myanmar; Chile y Perú; Suiza; Irlanda; Estonia, Letonia y Lituania; Panamá; Emiratos Árabes Unidos; Marruecos; Macedonia del Norte y Bulgaria; Rumania; Mozambique, Madagascar y Mauricio; Tailandia y Japón; Irak; Hungría (dos veces) y Eslovaquia; Chipre; Malta; Canadá; Kazajistán; Baréin; República Democrática del Congo y Sudán del Sur; Mongolia; Indonesia, Papúa; Nueva Guinea; Timor Oriental y Singapur; Luxemburgo y Bélgica. Así mismo ha realizado 35 viajes apostólicos dentro de Italia.
CANONIZACIONES
Francisco entró a la historia de la Iglesia como el Papa que ha aprobado más canonizaciones, un total de 942 santos proclamados hasta el 18 de diciembre de 2024. Antes de su Pontificado el número máximo establecido era de 482 santos, durante el Papado de Juan Pablo II.
Como dato importante, los primeros 815 santos los canonizó en un solo día y en una sola ceremonia, realizada en la Plaza de San Pedro el 12 de mayo de 2013.
REFORMAS A LA CURIA ROMANA Y AL DERECHO CANÓNICO
El Consejo de Cardenales (Órgano Consultivo de la Iglesia que tiene como misión aconsejar al Papa durante su gobierno) fue creado por el Papa Francisco el 13 de abril de 2013, e institucionalizado de forma permanente el día 30 de septiembre de 2013 para satisfacer las necesidades de reforma dentro de la Curia Romana y revisar la Constitución Apostólica Pastor Bonus del Papa Juan Pablo II, que estaba vigente desde 1988.
El 19 de marzo de 2022 se promulgó la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, entrando en vigor el 5 de junio siguiente, que constituye el punto final de un camino de nueve años para la reforma de la Curia. Sustituye y deroga completamente la Pastor Bonus.
Respecto a otras reformas, con la Constitución Apostólica Pascite Gregem Dei, el Papa Francisco reformó el Libro VI del Código de Derecho Canónico. Un trabajo de revisión iniciado con Benedicto XVI. Serán sancionadas nuevas figuras delictivas. El nuevo texto es un ágil instrumento correctivo, para ser usado a tiempo, “a fin de prevenir males mayores y de sanar las heridas causadas por la debilidad humana”.
Francisco observa que la Iglesia, a lo largo de los siglos, se ha dado reglas de conducta “que hacen al Pueblo de Dios unido y de cuya observancia son responsables los Obispos” y subraya que “la caridad y la misericordia exigen que un Padre se comprometa también a enderezar lo que a veces se tuerce”.