Por: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta
Se acerca la celebración del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el cual celebramos el próximo 25 de diciembre: “La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Jn 1, 14), es lo que resuena en nuestros corazones en la mañana de la Navidad, mensaje que nos invita a recibir al Salvador del mundo que viene a traernos el perdón y la paz. Este tiempo es un momento propicio para vivir perdonados y reconciliados, para dejar que Dios nazca en cada corazón y en cada familia. Dios no puede nacer de nuevo en un corazón que está lleno de odio, rencor, resentimiento y venganza, porque generan división y violencia.
Dios viene a nacer y a darnos su perdón que llega a un corazón que se deja sanar por su gracia; el cual, a su vez, es capaz de ofrecer el perdón a quien nos ha ofendido, “perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6, 12). Repetimos con frecuencia en la oración del Padre Nuestro, que tendrá que resonar en nuestro corazón de manera más real y efectiva en este tiempo santo de la Navidad.
Al hablar de perdón y reconciliación se está tocando un aspecto central de la fe cristiana. Muchas situaciones personales, familiares y sociales que generan conflicto, reclaman un proceso de perdón y reconciliación, pero no se logra cuando se quiere hacer sin Dios al centro de la vida. La fe en Dios es definitiva cuando se quiere hablar de perdón y reconciliación; y por eso, es que a las comunidades cristianas en Colombia, hay que pedirles como primera obra en el trabajo de la reconciliación, que se encuentren para rezar, como expresión de la fe en el Señor. La oración es el clamor de quien no se resigna a vivir en el odio, el resentimiento, la violencia y la guerra y precisamente navidad es un momento propicio para reunirse a rezar y abrir el corazón a la gracia.
El perdón y la reconciliación son virtudes cristianas que brotan de un corazón que está en gracia de Dios, que nos permite ver la dimensión del don de Dios en nuestras vidas. Nacen estas virtudes de la reconciliación con Dios, mediante el perdón de los pecados que recibimos, cuando arrepentidos nos acercamos al sacramento de la penitencia a implorar la misericordia que viene del Padre y que mediante el perdón nos deja reconciliados con Él. Estar en gracia de Dios, perdonados y reconciliados son características fundamentales de la fe cristiana, que se deben vivir con mayor fervor en el tiempo de la navidad.
El perdón y la reconciliación son gracias de Dios, por eso no son fruto de un mero esfuerzo humano, sino que son dones gratuitos de Dios, a los que el creyente se abre, con la disposición de recibirlos, haciéndose el cristiano testigo de la misericordia del Padre y convirtiéndose en instrumento de la misma, frente a los hermanos. Un corazón en paz con Dios, que está en gracia, es capaz de transmitir este don a los demás, mediante el perdón y la reconciliación en la vivencia de las relaciones con los otros. Esto es Navidad.
No hay reconciliación y paz sin perdón y todo tiene su origen en Dios Padre que envió a su Hijo Jesucristo, que se hizo carne, nació en un pesebre con la misión de perdonarnos y reconciliarnos y lo cumplió plenamente desde la Cruz cuando nos otorgó su perdón y nos dejó el mandato de perdonar a los hermanos. El origen del perdón es la experiencia que Jesús tiene de lo que es la Misericordia infinita del Padre y por eso desde la Cruz lanza esa petición de perdón para toda la humanidad pecadora y necesitada de reconciliación: “Padre Perdónales porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).
Con Dios al centro de la vida, viviendo en su gracia y en oración ferviente, aprovechemos un instrumento fundamental en el proceso del perdón y la reconciliación que es la escucha, tan añorada en estos tiempos de violencia y dificultad, es en nuestra patria y en nuestras familias. La escucha ayuda a resolver conflictos familiares, vecinales, sociales, políticos, etc. La escucha evita muchos enfrentamientos violentos en el hogar y en todos los sectores sociales.
El Papa Francisco nos ha convocado a un sínodo con el título, Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión, que en la vida real de una familia invita a los esposos a que se escuchen mutuamente y entre los dos escuchen a los hijos y juntos como hogar cristiano escuchen al Espíritu Santo. La escucha abre la posibilidad de discernir la verdad que nos trae Dios y abrirnos a la voluntad del Padre que consiste en que todos vivamos perdonados, reconciliados y en paz y eso es Navidad, esa es la celebración para la que nos preparamos en este tiempo y que estamos próximos a celebrar en familia.
Con la gracia de Dios al centro de nuestra vida, la escucha que lleva al perdón y a la reconciliación, se fortalece como un beneficio para el otro. Sin Dios al centro, se busca el perdón y la reconciliación como un beneficio para sí mismo. La paz que nos trae el Señor, no como la que da el mundo sino Dios, implica una búsqueda continua del bien del otro, que lleva finalmente a trabajar de manera incansable por el bien común. Esto es un aprendizaje que se hace desde la fe, dejándonos educar por Dios mismo, que quiere que seamos sus hijos y entre nosotros verdaderos hermanos.
A todos les auguro que el Niño Jesús los llene de perdón, reconciliación y paz en esta Navidad que vamos a celebrar y les deseo un año nuevo 2022 lleno de muchas bendiciones del Señor, con el deseo de dejarnos perdonar por Dios que viene a quedarse con nosotros, invitándonos a perdonar a nuestros hermanos, para vivir reconciliados, en paz y sigamos adelante abrazando la Cruz del Señor y fortalecidos por la gracia de Dios.
En unión de oraciones, reciban mi bendición.