“Quien escucha y acoge la Palabra y quien vive de manera sincera la respuesta a la llamada del Señor, no pueden de ninguna manera dedicarse a los trabajos del mal”, así lo dejó claro el Papa Francisco en un encuentro celebrado el 21 de febrero en la Diócesis de Cassano all’ Jonio, de Calabria al sur de Italia, ante siete mil peregrinos.

“No se puede uno definir como cristiano y  violar la dignidad de las personas, los que pertenecen a la comunidad cristiana no pueden programar y realizar gestos de violencia contra los otros y contra el ambiente”, expresó el Papa en su discurso, recordando a los fieles su pensamiento transmitido anteriores discursos.

El pontífice también dejó claro que “Los gestos exteriores de religiosidad no bastan para acreditar cuanto creyente somos, con la maldad y la arrogancia típica de los criminales, hacen la ilegalidad de su estilo de vida. A los que han elegido el camino del mal y están afiliados a organizaciones criminales que renueven esta invitación a la conversión. ¡Abran su corazón al Señor!, el Señor les espera y la Iglesia les acoge, si su elección de servir al mal fue pública, clara y pública será también vuestra voluntad de servir el bien”.

El Papa También recordó agradecido la visita que realizó a la comunidad diocesana anteriormente, donde tuvo un encuentro con los encarcelados, con los enfermos, los sacerdotes, los religiosos, los seminaristas, los ancianos, la visita a la catedral y al Seminario y después “la extraordinaria presencia de la gente en Sibari”.

Recordó además la “belleza” de la Comunidad Emmmanuel, dedicada a acoger a los más débiles, “Jóvenes devastados por la droga que han encontrado en ustedes y en sus estructuras ‘al buen samaritano’, que ha sabido inclinarse ante sus heridas y ha sabido ungir con el bálsamo la cercanía y el afecto. ¡Cuántas familias han encontrado en ustedes la ayuda necesaria para volver a esperar la suerte de sus hijos! La Iglesia les reconoce por este servicio”.

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