Entre la atención y la adicción: una reflexión sobre el impacto de la era digital
Por: Pbro. Jesús Alonso Rodríguez Veloza, estudiante en comunicación – Universidad Anáhuac, Ciudad de México.
En un entorno dominado por plataformas digitales, redes sociales y medios tradicionales, el tiempo y la atención se han convertido en los bienes más codiciados, desatando fenómenos como la adicción a la tecnología.
La atención, el bien más valioso
Según Mario Campo, autor del libro “Batalla por la atención”; describe este término como “el bien más escaso y deseado en nuestro tiempo”. El avance tecnológico, aunque ha facilitado innumerables aspectos de la vida, también ha transformado profundamente nuestras interacciones personales. Desde la llegada de la televisión, que desplazó actividades comunitarias y familiares, hasta la omnipresencia del celular, los hábitos cotidianos han sido redefinidos, muchas veces en detrimento de las relaciones humanas.
Un día apareció la televisión y simplemente fue puesta como el centro de las familias, y todos nos reunimos entorno a esa pantalla chica; desde ese entonces, desaparecieron muchas actividades y juegos que permitían interactuar de una forma más directa con nuestros amigos y familia. Recuerdo con algo de nostalgia como antes de estos medios de comunicación masiva nos encontrábamos entre vecinos en el campo y pasamos momentos memorables; largas charlas después de jornadas agotadoras de trabajo, reforzando lazos de amistad; el contar cómo fue nuestro día al momento de la cena familiar, donde todos sin excepción, estábamos en la mesa compartiendo los alimentos. Estos momentos que se realizaban de forma rutinaria sin darnos cuenta y sin tener plena conciencia, fortalecían la unión comunitaria y familiar, generando un ambiente de hermandad.
La paradoja del contacto digital
a quienes están lejos, en realidad nos aleja de quienes están cerca. La comunicación se reduce a emojis y mensajes instantáneos. Según el autor, esta desconexión con el entorno inmediato genera un vacío emocional y limita la interacción directa con amigos y familiares.
El celular, por ejemplo, se ha convertido en el primer y último objeto que vemos cada día. Este dispositivo, en apariencia diseñado para conectar, ha desplazado la interacción física, limitando las conversaciones cara a cara y creando un vínculo obsesivo con las pantallas. Aunque se piensa que su principal función es acercarnos con los que están más lejos, realmente ha hecho que nos alejemos de los que están más cerca de nosotros.
Tanto es así, que hoy podemos decir sin miedo a equivocarnos, es el objeto a través del cual vemos nuestra vida, interactuamos con los otros. Ya no disfrutamos de una conversación amena con amigos o familia, ahora lo hacemos por chats interminables. Cómo hace falta educarnos para el uso de los medios de comunicación.
De la atención a la adicción
Como consecuencia de lo anterior, vemos cómo se ha perdido el control de nuestra atención de lo que verdaderamente es importante, nuestra mirada está en las pantallas convirtiéndonos en expertos en ignorar a quienes tenemos a nuestro lado. Esto va en contra de las interacciones humanas, de no dar importancia a la presencia física de nuestros seres queridos. En muchas ocasiones se escuchan palabras de agradecimiento y expresiones de cariño solo cuando alguno de nuestros familiares o amigos fallece, pues es tanta la distancia que se ha generado que no somos conscientes del valor del que está a nuestro lado. Vivimos en un nuevo mundo en torno a las pantallas, tanto así que no se concibe la vida sin nuestros celulares. Pasamos de la atención a la adicción sin darnos cuenta.
Recuperemos el control
Los medios de comunicación en general son de gran importancia, es necesario que tomemos conciencia del uso que le damos. Es primordial darle un adecuado y moderado uso cada día, sin desplazar la interacción humana. El modificar nuestros hábitos, el poner límites siendo conscientes de las consecuencias personales de la adicción al celular y al mundo digital en general; pues al final, podemos quedarnos con una realidad ficticia.
Luchemos por recuperar la atención como el bien más precioso y reclamado en nuestro tiempo, por dejar de lado relaciones ficticias, buscando disfrutar más de nuestros seres queridos y entornos reales y cercanos. No olvidemos que somos dueños de nuestra vida, de nuestra atención y de lo que decidamos hacer con ella.
Eliminemos todo aquello que nos aparta de nuestra familia. Disminuyendo el tiempo en el celular, aumenta el tiempo en lugares donde se puede compartir con los nuestros, creando espacios que induzcan a la realización personal: sueños, proyectos estables y verdaderos.