Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid
La Iglesia, nuestra Madre, con una gran pedagogía en la liturgia, nos regala un tiempo especial para prepararnos al nacimiento de Cristo, un hecho fundamental de nuestra fé, que nos hace repasar la encarnación del Hijo de Dios y, especialmente, esa verdad de nuestro credo, Dios hecho hombre.
Este tiempo que iniciamos este Domingo, es el ADVIENTO, un periodo que se extenderá por cuatro semanas, y que permitirá que todos nosotros nos preparamos espiritualmente para el recuerdo del nacimiento de Cristo, pero especialmente en la preparación de su nueva venida como Juez Universal de todos los hombres y mujeres de la historia. La duración de este tiempo es entre 21 y 28 días, con cuatro domingos antes de la Navidad. Con esta venida definitiva de Cristo, se manifestará el final del tiempo y de la historia, donde con la llegada del Maestro, como Juez y Señor del tiempo se completará todo en Él (Efe 1, 3).
La alegría y el silencio, son dos elementos fundamentales de este tiempo, en el cual manifestamos la espera del Señor. Se expresa en la espera alegre del nacimiento del Señor Jesús. El Señor está cerca y es la causa de nuestra alegría y espera, en signos muy sencillos, pero a la vez muy precisos en la liturgia (moderación en el canto, la ausencia de las flores, la ausencia del himno del Gloria).
En dos momentos viviremos este tiempo litúrgico: desde este Domingo hasta el día 16 de diciembre, un primer tiempo alegre de espera, de silencio y de meditación de la Palabra de Dios, en los cuales leeremos al Profeta Isaías, meditaremos acerca de la figura de Juan el Bautista y de la Santísima Virgen María. Luego en las ferias que preceden a la Navidad, entraremos en las profecías y en textos muy especiales del Antiguo Testamento que nos presentan el cumplimento de las profecías del nacimiento del Mesías.
En el ADVIENTO hay una profunda enseñanza espiritual, que nos debe tocar a todos en nuestra experiencia de fe, nos debe llevar a celebrar la espera de la salvación, que se nos ofrece en Jesucristo. Este tiempo coincide también con cambios en la naturaleza, especialmente en el primer mundo, con el aumento de la oscuridad y el nacimiento del sol, el día de Navidad. Siempre los cristianos miraron el nacimiento de la luz, el día de Navidad, como el expresarse claramente del nacimiento de la verdadera LUZ, Cristo Nuestro Señor que es LUZ PARA TODAS LAS GENTES.
Con la luz, manifestada en muchos elementos decorativos de la Navidad, entramos en este tiempo también. Preparamos nuestras casas, nuestros hogares, los espacios públicos con la luz que resplandece, signo espiritual de nuestro camino de fe. Miramos y aceptamos la luz de Cristo en nosotros.
Los invito para que preparemos espiritualmente esta venida de Cristo, preparando los signos externos y materiales que nos recuerdan la NAVIDAD. El pesebre, que desde el tiempo de San Francisco de Asís realizamos en nuestros templos y hogares, el Árbol de Navidad, con sus luces y adornos que nos recuerdan el pecado original del cual somos salvados por Cristo. La Corona de Adviento que nos recuerda la luz del Señor que brilla en todos nuestros espacios e historia.
La Navidad, que se extiende a este tiempo del Adviento, es un tiempo de familia, de experiencia de vida familia, en torno a la música, a los villancicos, a la comida y platos tradicionales de este tiempo. Debemos fortalecer estos elementos que nos ayudan a buscar a Cristo. La NOVENA DE NAVIDAD y sus bellos textos, ricos de contenido espiritual nos tienen que ayudar a hacer cada vez más espiritual este tiempo.
La experiencia del ADVIENTO, nos tiene que llevar a esperar la llegada de JESUCRISTO, nacido de Santa María Virgen, bajo el cuidado premuroso de San José, nuestro Celeste Patrono de la Iglesia de Cúcuta. Preparemos nuestro corazón a esta gran fiesta. Que conservemos el silencio en el corazón, que vivamos una fiesta espiritual, no una fiesta mundana y pagana.
Cristo es luz, luz inmensa que brilla y resplandece, que ilumine nuestra vida, nuestras limitaciones que resplandezcan ante la luz de Cristo, sólo con EL, el Niño que llega para salvarnos obtendremos la PAZ y la RECONCILIACIÓN. Un buen ADVIENTO PARA TODOS.
¡Alabado sea Jesucristo!