Como Diócesis de Cúcuta, el pasado 23 de febrero de 2020, hemos elevado un clamor a Dios y un llamado a la sociedad colombiana, manifestando públicamente que la vida humana es Sagrada y la hemos recibido como un don preciosísimo de Dios: “Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.” (Gn 1, 27).
Como pueblo de Dios que peregrina en esta zona de frontera, sacerdotes, religiosos, religiosas, fieles laicos, movimientos apostólicos, instituciones y personas de buena voluntad, nos unimos en una sola voz para decirle a la ciudad y a todo el país, que en la Diócesis de Cúcuta, defendemos la vida y decimos NO al aborto, bajo ninguna circunstancia.
Pero ante la insistencia de unos pocos de querer despenalizar el aborto en Colombia, debe hoy resonar más fuerte las palabras del Señor Jesús que nos recuerda: “Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás…”(Mt 5, 21). El aborto, y la experimentación con embriones humanos son prácticas en las cuales se interrumpe intencionalmente la vida humana, un homicidio, un asesinato que se reviste, aún más de gravedad por ser una vida inocente, vida que se quiere “manipular”, olvidando por completo el querer de Dios y la ley natural inscrita en nuestro corazón.
La vida humana desde su inicio, desde el mismo instante de la fecundación, es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con Él, ya que es nuestro Creador y nuestro único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano y menos una vida inocente. (CIC 2558). “No quites la vida del inocente y el justo” (Ex 23, 7).
El embrión deberá ser siempre defendido en su total integridad, puesto que debe ser tratado como lo que es: una persona desde la concepción, y así mismo debe ser cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como un ser humano.
En palabras del Papa FRANCISCO, hoy la cultura del descarte define como “incompatibles con la vida” a niños que no se les da la posibilidad de nacer, tal vez por decisión de una madre que ve, como falsa salida, el aborto, por razones que carecen de valor (embarazo a temprana edad, embarazo no deseado, carencia de recursos económicos, estabilidad familiar, etc.) de frente al incalculable VALOR de la vida. Es por eso, que el Papa nos ha dicho que “Ningún ser humano puede ser jamás incompatible con la vida, ni por su edad, ni por su salud, ni por la calidad de su existencia” sino que antes bien, “todo niño que se anuncia en el vientre de una mujer es un regalo, que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de abuelos y hermanos. Y este niño necesita ser bienvenido, amado y cuidado. ¡Siempre!”.
La vida humana debe ser protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. (CIC 2270).
La vida humana debe ser respetada y en nuestro país quienes legislan deben favorecer leyes que defiendan y promuevan la vida, ya que toda persona tiene derecho a la vida y este derecho es inviolable (Constitución Política de Colombia, Artículo 11), y no solo hablamos de aborto, también es la oportunidad de decir no a cualquier tipo de “muerte asistida” o “muerte digna”, nadie puede decidir sobre la vida de otro o la propia, porque como indica el Catecismo de la Iglesia Católica esto sería un homicidio directo y voluntario, igual de gravemente pecaminoso para quien decide matar como aquellos que cooperan y esto se convierte en un asesinato, y no existe un derecho a matar. (CIC 2268).
La eutanasia cuyo objetivo es poner fin a la vida de personas que tal vez por causa de una enfermedad terminal, se les acelera intencionalmente su proceso de muerte, ya sea por decisión propia o de la familia, sea cual sean los motivos, es moralmente inaceptable. Porque aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial y a hacer todo lo humanamente posible por salvaguardar la vida y la integridad del individuo.
Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea posible. Por tanto, una acción o una omisión que provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre. (CIC 2277).
En estos momentos cuando la Corte Constitucional se ha pronunciado sobre el aborto y ha dejado abierta la puerta de la despenalización, sigamos orando como hombres y mujeres de fe, por tantos niños no nacidos y especialmente por sus progenitores y aquellos que cortaron la vida de éstos inocentes, para que se llenen del amor de Dios y logren reconocer lo sagrada que es la vida humana, y sea el mismo Dios en su infinita misericordia que sane las heridas del alma y del cuerpo que han quedado después de esos infanticidios. Las leyes humanas son imperfectas, los legisladores tienen que encontrar caminos nuevos para defender la vida en su totalidad. Oremos para que en nuestro país y en todo el mundo defendamos la vida y siempre unamos nuestras voces para decir en todo momento:
¡LA VIDA ES SAGRADA!
¡Alabado sea Jesucristo!