En dos ocasiones, cada año, los Obispos católicos de Colombia nos encontramos para la Asamblea de la Conferencia Episcopal. En ella los pastores del pueblo de Dios compartimos con gran responsabilidad eclesial y cuidado, los distintos temas que tocan nuestra acción evangelizadora y las situaciones que tocan la realidad de cada una de las comunidades que nos han sido encomendadas.
Desde hace algún tiempo hemos querido enfrentar las situaciones concretas del marco social en el cual se realiza el anuncio de Jesucristo en nuestras comunidades. Para conocer mejor, analizar y enfrentar estos grandes retos sociales que tocan y afectan las dimensiones pastorales de nuestras acciones concretas para poner a Jesucristo en la vida de tantos hombres y mujeres.
El primer momento es el panorama colombiano complejo, que está lleno de grandes retos que nos tocan directamente. Hemos querido en los últimos tiempos enfrentarnos al tema político, a la tarea concreta con la cual se analiza, acompaña y toman las decisiones en los grandes temas del país, dentro del marco legal de nuestras Instituciones (necesarias, útiles y de altísimo valor) que como es notorio, viven crisis generadas por confrontaciones innecesarias y fenómenos de costumbres que no hacen mucho bien a ellas. Revisamos la forma en la cual acompañamos y ayudamos a los que tienen estas grandes responsabilidades, como también examinamos y revisamos la forma en la cual formamos a los que siendo católicos participan en la vida política.
En un segundo momento, hemos seguido con mucha atención el tema de la economía, de la forma con la cual se dan las relaciones de los distintos sectores de la producción, del trabajo, del ordenamiento material de nuestra comunidad.
El momento histórico del mundo ha creado espacios nuevos y una gran volatilidad de estos temas, que urgían nuestra reflexión sobre estas relaciones de los medios económicos de nuestra patria. Afrontamos este tema desde la llamada Doctrina social de la Iglesia, para crear condiciones de justicia y equidad, de digno acceso de todos los ciudadanos a los recursos necesarios para su vida humana, siguiendo los principios que la doctrina católica ha establecido con el Magisterio de los Papas.
Ahora, en un tercer momento, y es este el tema de nuestra asamblea, afrontaremos la ECOLOGÍA INTEGRAL. Después de ver la situación social, reflejada en la economía y las formas de nuestro ordenamiento jurídico y político, deseamos examinar la forma en la cual estamos viviendo en nuestro entorno, cómo hemos establecido las relaciones con la “casa común”, como la llama el Papa Francisco, de la cual depende nuestra vida y la sostenibilidad de la humanidad y de la Creación (Papa FRANCISCO, Encíclica Laudato Si, n. 1).
La tarea fundamental de la Iglesia es el anuncio de Jesucristo, Salvador y Redentor de los hombres. El Papa Pablo VI nos indicaba la tarea inaplazable que tenemos que realizar, porque la Iglesia existe para evangelizar, siendo su alegría y vocación propia y su identidad mas profunda” (San Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n. 14). San Juan Pablo II, nos invitó a redescubrir el valor de la dignidad de la persona humana, poniendo al hombre y sus grandes valores “luminosos” en el centro de acción de la Iglesia (San Juan Pablo II, Redemptor hominis, 18 y otros).
Todos estos elementos quieren poner también en el centro a la persona humana, sus anhelos y necesidades, manifestando el valor de lo creado, de aquellas creaturas que Dios ha creado y que pone al servicio del hombre y del gran proyecto que Él ha propuesto para los que son su creatura y obra de sus manos. En una Encíclica al inicio de su Pontificado, LAUDATO SI, el Papa Francisco ha querido ponernos de frente a este tema que es urgente, el valor de la creación y el empeño por cuidarla y protegerla.
El hombre, y concretamente nosotros, en nuestro contexto social tenemos una gran responsabilidad por el cuidado de la Creación: en primer lugar el hombre mismo, su ser que necesita de la “ecología humana”.
Deseamos ver qué pasa en nuestra casa común, en Colombia, que hace parte de un gran entorno riquísimo, con una variedad biodinámica. Nuestra patria tiene grandes riquezas en plantas, animales, hongos, pequeños organismos vivos, que no existen en otros lugares de la tierra.
Tenemos una gran riqueza que no valoramos y que destruimos con la minería, con grandes proyectos que privilegian la economía y la producción y no el respeto de la Creación. Grandes proyectos que destruyen el campo, destruyendo árboles y plantas, que sacrifican cosas fundamentales como el agua. Con palabras del Papa FRANCISCO: es una creación sufriente y perjudicada (Laudato Si, n. 6).
De muchas maneras somos testigos del dolor y sufrimiento de los hombres, de colombianos, por el drama de la contaminación, de la falta de agua, de la destrucción del medio ambiente que ha propiciado grandes y dolorosas tragedias. Es la oportunidad de una gran conversión ecológica, que no podemos desligar del Evangelio y de nuestra opción de fe. Es el momento de entrar con profundidad en estos temas, con gran responsabilidad de fe de frente al futuro.
Queremos reflexionar atentamente sobre la Creación, sobre la forma como cuidamos y protegemos esta gran riqueza que no nos pertenece, pertenece a toda la humanidad. Nuestra reflexión quiere ser una gran mirada sobre el “Evangelio de la Creación”, que presente elementos claros para nuestro actuar en defensa del hombre y de sus espacios, con gran responsabilidad hacia el futuro. De esta reflexión nos debe quedar claro que el cuidado de la creación tiene una profunda dimensión espiritual, donde reconocemos el valor de las creaturas de Dios, de nosotros mismos y de nuestro entorno.
¡Alabado sea Jesucristo!