La importancia de la vida de los santos en la Iglesia Católica
Por: Sem. Wilmer Cruz Rodriguez, II año de Configuración
lo largo de la historia han surgido personas muy importantes para la vida de la Iglesia; no por los grandes cambios que hayan podido realizar en la historia, sino porque han tenido un inmenso amor a Cristo. Y este amor es el que hace que podamos mirar tres puntos por los que la vida de los santos es importante en la Iglesia Católica.
- Una motivación al llamado de Dios para ser santos
No todos los santos han sido desde sus inicios, las personas más buenas en la vida de la fe; estas tuvieron un proceso de conversión que los ha llevado del desconocimiento de la persona de Jesucristo, a un amor rotundo por Él.
Miremos a san Ignacio de Loyola, quien era hombre entregado a las vanidades del mundo, pero, luego de quedar herido en batalla, solo podía pasar sus días de recuperación leyendo sobre la vida de Cristo y sobre la vida de los santos. Gracias a la motivación de estos dos libros, emprendió su viaje para encontrar lo que Jesús quería para su vida.
Esta es una de las formas como la vida de los santos a inspirado a muchas personas llevándolas a buscar la santidad, a la cual estamos llamados por Dios y se nos recuerda en 1 P1, 15: “Así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta”.
- Un ejemplo de cómo vivir el Evangelio
Desde sus inicios la Iglesia ha querido recordar a aquellas personas que se han configurado más plena mente con Nuestro Señor Jesucristo, no solamente para motivar a las comunidades cristianas, sino para hacer de ellos un ejemplo de cómo vivir el Evangelio desde las diferentes realidades.
Es por eso que encontramos diferentes tipos de santos como los apóstoles, los evangelistas, los mártires, los doctores, las vírgenes, los pastores, los santos varones, las santas mujeres, los religiosos, los educadores, e inclusos aquellos a los que no encontramos en las celebraciones oficiales de la Iglesia pero que han llevado una vida de profunda amistad con Dios.
Cada uno de los santos ha vivido en contextos distintos y han tenido que asumir problemáticas distintas; pero en cada una de las circunstancias está el factor común de la búsqueda: la imitación de Cristo. De ahí que, imitar el estilo de vida de un santo, es en últimas, imitar a Jesucristo. O como lo expresa san Pablo en 1Cor 11, 1: “Sed mis imitadores, como lo soy de Cristo.”
- Un recuerdo de que la Iglesia es la comunión de los santos
El Papa Francisco en una de sus audiencias generales hablando sobre san José y la comunión de los santos, expresa: “Cristo es el vínculo que nos une a todos”, tanto los que ya murieron como los que viven. De ahí que el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), afirma en el #946, que: “La comunión de los santos es precisamente la Iglesia”, pero no por estar reservada a gente perfecta, sino por ser “la comunidad de los pecadores salvados”. De ahí que afirme el santo Padre: “Nuestra santidad es el fruto del amor de Dios que se ha manifestado en Cristo, el cual nos santifica amándonos en nuestra miseria y salvándonos de ella. Siempre gracias a Él nosotros formamos un solo cuerpo” (1Cor 12, 12).
Ahora bien, si somos el cuerpo de Cristo, es necesario conocer la vida de los que han crecido en la fe dentro de la Iglesia, para hacernos sus amigos y tener relaciones de amistad, o lo que se conoce como devoción. Ser devoto a este santo o esta santa, es en realidad una forma de expresar el amor a partir de este vínculo que nos une.
Dice el Papa: “No es algo mágico, no es una superstición, la devoción a los santos; es simplemente hablar con un hermano, una hermana que está delante de Dios, que ha recorrido una vida justa, una vida santa, una vida ejemplar, y ahora está delante de Dios”.