Mensaje del Santo Padre para la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado
En su mensaje para la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebrará el 29 de septiembre, el Papa Francisco insta a orar por “quienes han tenido que abandonar su tierra en busca de condiciones de vida dignas”. Estas personas, escribe, viven la “experiencia de Dios como compañero de viaje”: “Cuántas Biblias, Evangelios, libros de oraciones y rosarios acompañan a los emigrantes en sus viajes a través de desiertos, ríos, mares y fronteras de todos los continentes”.
La relación entre migración y sinodalidad es un nexo novedoso, dos conceptos que parecen divergentes. Sin embargo, el Papa, al recordar la primera Sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo concluida en octubre de 2023, que permitió profundizar en la sinodalidad “como camino conjunto del Pueblo de Dios”, destaca que es precisamente “el énfasis en su dimensión sinodal lo que permite a la Iglesia redescubrir su naturaleza itinerante”. La naturaleza del Pueblo de Dios, escribe Francisco, es la de un pueblo “en camino a través de la historia, peregrinante, diríamos ‘emigrante’ hacia el Reino de los Cielos”. La referencia al Éxodo es natural, pero en general, en los emigrantes de nuestro tiempo, como en los de todas las épocas, se refleja “una imagen viva del pueblo de Dios en camino hacia la patria eterna”.
La imagen del éxodo bíblico y la de los migrantes, según el Papa Francisco, “guardan ciertas similitudes”. Al igual que el pueblo de Israel en tiempos de Moisés, los migrantes de hoy “huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo”. Y al igual que los hebreos en el desierto, “los emigrantes encuentran muchos obstáculos en su camino: son probados por la sed y el hambre; se agotan por el trabajo y la enfermedad; se ven tentados por la desesperación”.
Por ello, reitera el Pontífice, “el encuentro con el migrante” es “también un encuentro con Cristo”. Jesús mismo nos lo dijo: “Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos”.