Un mensaje de esperanza: El Papa Francisco cree en el poder de los jóvenes para sanar divisiones entre católicos y ortodoxos
El Papa Francisco depositó su confianza en los jóvenes para que católicos y ortodoxos estén unidos en medio de sus diferencias, y para que rompan las cadenas del resentimiento, la falta de entendimiento y los prejuicios que los han mantenido separados durante mucho tiempo.
Esta mañana, en el Vaticano, el Papa Francisco se reunió con el Director General de la Apostolikì Diakonia de la Iglesia de Grecia, el Metropolita Agathanghelos, y con una delegación del Colegio Teológico de Atenas.
Es importante destacar que la Apostolikì Diakonia, establecida en 1936, es parte de la Iglesia ortodoxa de Grecia y se describe como una entidad eclesiástica oficial bajo el Santo Sínodo de la Iglesia griega. Al inicio de su discurso en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa agradeció la colaboración entre esta organización y el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los cristianos.
También extendió un saludo especial al Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Su Beatitud Leronymos, presente en la audiencia, a quien el Papa describió como un hombre de profunda fe y un sabio pastor. El Papa Francisco señaló que, a lo largo de estos 20 años, a pesar de los desafíos como la crisis económica y la pandemia, la Apostolikì Diakonia y el Comité Católico para la Colaboración Cultural han colaborado en proyectos culturales y educativos de interés común.
Además, subrayó la importancia de brindar formación cultural, teológica y ecuménica a las nuevas generaciones. Según el Papa, son los jóvenes, fortalecidos por la esperanza en la fe, quienes pueden liberar a católicos y ortodoxos de las cadenas del resentimiento y testimoniar el amor de Cristo en un mundo tan dividido y conflictivo.
Posteriormente, el Papa mencionó que el próximo verano se llevará a cabo un programa en la Facultad de Teología de Atenas para que un grupo de estudiantes católicos puedan familiarizarse con el griego moderno y la Iglesia ortodoxa. Y concluyó este espacio diciendo que, al caminar, trabajar y rezar juntos, se están preparando para recibir el don de la unidad de Dios, que será comunión y armonía en la legítima diversidad.