Foto: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta
Cuando se pretende hacer una reflexión sobre un concepto es necesario conocer la etimología para ser fiel al contexto y a la intención.
Según la Real Académia Española, el término tóxico proviene del latín toxĭcum ‘veneno’, y este del griego τοξικόν ‘toxikón’: veneno para emponzoñar las flechas; ‘veneno’, derivado, de τόξον tóxon: arco. En conclusión, algo tóxico contiene veneno o produce envenenamiento.
Hoy día, con el auge de nuevas corrientes que se apoyan en la ciencia de la psicología o en apreciaciones subjetivas, más de gusto y aceptación que de estudio científico, se ha pretendido utilizar conceptos coloquiales para referirse a ciertos tipos de comportamientos y conductas; por eso escuchamos decir: “esta persona es tóxica”.
Y ha sido tan viral esta expresión que abarca diversos entornos de la vida del ser humano: se utiliza en la situación sentimental, en las relaciones de amistad, en la relación familiar, en el ambiente laboral, entre otros.
Se puede resumir que la “persona tóxica” tiene unos criterios para ser detectados y enjuiciados por el peso de las demás personas. Es tan popular escuchar este lenguaje que hasta en broma se utiliza.
Pero debemos ser objetivos como profesionales de la salud y basarnos en estudios y conceptos que tengan resultados en la ciencia, utilizar cierto lenguaje en el afán de ser cercano y popular puede llevar a ver la ciencia de la psicología como algo mediático y superficial.
Personalmente no soy partidario de utilizar la palabra “toxica” para referirme a una persona con ciertos problemas de salud mental, hay que conocer cada historia, tener empatía, pasar horas de escucha, percibir las emociones, entender cada pensamiento, pues considero que cada persona a través del lenguaje verbal y no verbal pide una ayuda para poder sobrellevar la vida.
Según el DSM 5, manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales; no existe el trastorno de persona tóxica, ni hay los criterios para detectarla. En este texto lo que si se encuentra son los criterios científicos con estudios serios y rigurosos que por años le ha permitido posicionar a la psicología como una ciencia en crecimiento y mayor credibilidad. En la sección II del DSM 5 se incluyen los criterios y códigos diagnósticos de los diferentes trastornos:
- Trastornos del neurodesarrollo.
- Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
- Trastornos bipolares y relacionados.
- Trastornos depresivos.
- Trastornos de ansiedad.
- Trastornos obsesivo-compulsivos y relacionados.
- Trastornos relacionados con traumas y estresores.
- Trastornos disociativos.
- Trastornos de síntomas somáticos.
- Trastornos de la alimentación y de la conducta alimentaria.
- Trastornos de la eliminación.
- Trastornos del sueño.
- Disfunciones sexuales.
- Disforia de género.
- Trastornos disruptivos, del control de impulsos y conductuales.
- Trastornos adictivos y de consumo de sustancias.
- Trastornos neurocognitivos.
- Trastornos de la personalidad.
- Trastornos parafílicos.
- Otros trastornos.
En conclusión, no hay una persona tóxica, existen seres humanos atrapados en problemas de salud mental, que requieren con urgencia procesos para mejorar la calidad de vida.
Por último, recomiendo leer el documento: “Esperanza y sanación. Carta pastoral de los Obispos de California sobre los cuidados para las personas buenas que sufren de enfermedades mentales”, dirigida a todos los católicos y personas de buena voluntad.
Referencias:
– https://dle.rae.es/t%C3%B3xico.
– Echeburúa, Enrique, Salaberría, Karmele, & Cruz- Sáez, Marisol. (2014). Aportaciones y Limitaciones del DSM-5 desde la Psicología Clínica. Terapia psicológica, 32(1), 65-74. https://dx.doi.org/10.4067/S0718- 48082014000100007.
– http://www.dsj.org/wp-content/uploads/2019/02/CCCB-Mental-Health-Letter-FINAL-Spanish.pdf.