Por: Mg. Paula Andrea Henao.
Niños y adolescentes, los que más aprenden por observación; son capaces de extraer como enseñanzas las conductas y maneras de relacionarse con los demás o comportamientos de los adultos en las distintas parcelas de la vida, sin darse cuenta de ello.
“Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar al mundo. La educación es la única solución”. Malala Yousafzai, joven pakistaní premio Nobel a sus 17 años por la lucha al derecho de la educación para las niñas en su distrito de origen.
En virtud de abordar la temática, es preciso resaltar que el aprendizaje está inmerso en los diversos ámbitos de la vida del hombre y demuestra cómo los niños y jóvenes de manera continua aprenden imitando y al mismo tiempo aplican dichas enseñanzas a lo largo de su vida. En este sentido, la educación representa “el semáforo de la creatividad”; no obstante, todos nuestros niños y jóvenes no aprenden de la misma manera ni con el mismo entusiasmo; sus hogares son el núcleo central de toda formación inicial, sus hábitos, apegos y costumbres se ven reflejados en el comportamiento de la vida.
De acuerdo con esto, es significativo para cada ser humano que ha tenido la oportunidad de vivir en un hogar donde los abuelos por las noches compartían sus memorias, añoranzas, éxitos y tristezas; esos relatos formaron las primeras memorias colectivas que en la actualidad los adultos comparten a sus hijos; este criollo pero hermoso repertorio que ellos narraban sin palabras rebuscadas, sin términos de diccionario y con la sencillez que embarga a un anciano, que ve su vida tras bambalinas con recuerdos que atesora y que ahora no entiende todo ese desgaste tecnológico y extraña las tertulias personalizadas donde cada uno podía mirar la expresión del otro en el momento de pronunciar y gesticular cualquier palabra; sin la intervención de los famosos “Emoji” ( dibujo).
Al iniciar el niño su formación escolar es sorprendente observar el prisma de aprendizajes que se entrelazan al examinar las diferentes conductas de un grupo en el aula de clase; de este proceso nacen y se resguardan otro sin fin de aprendizajes, productos del ámbito social, cultural, religioso, educativo y emocional que emerge de cada uno de los diferentes hogares.
Las ideas expuestas permiten una mirada reflexiva, donde se resalta que este semáforo de aprendizaje social, empieza a brotar de cada uno de estos niños y jóvenes ideales que son el resultado de experiencias vividas por otras personas reiterando el ciclo observación-práctica.
La frase de Malala al inicio del artículo va dirigida a los niños que por diferentes circunstancias carecen del derecho básico a la educación. Esta frase va dirigida también a aquellos maestros que se enfrentan a las realidades de la vida, el hogar, sitios de trabajo. Es necesario reconocer que los maestros aprendemos como aquellos niños y adolescentes porque descubrimos dentro del hombre al niño que habita en nosotros.
No dejemos el placer de la sorpresa y el aprendizaje por imitación solo a nuestros niños, necesitamos también los adultos de esa magia, para seguir disfrutando de las sorpresas que ofrece el aprendizaje por observación.
Mientras que la educación en la actualidad, se encuentra inmersa en los diferentes procesos pedagógicos que la ley educativa y los estándares curriculares solicitan dentro de las instituciones formadoras; estos procesos más allá de ser necesarios, en ocasiones pueden limitar la creatividad del aprendizaje espontáneo, ese que se adquiere por el simple deseo de querer lo que no tiene límite particular; pues aquel niño autodidacta y empírico adquiere (aprendizaje a través de la práctica) por el cual se apasiona y devora su objetivo de aprendizaje, que se traduce en experiencias dentro de su proyecto de vida.
Aunado a esta realidad dentro del arte de aprender, están arraigadas las memorias más antiguas, aquellas que vienen en el linaje de cada ser humano y pasa de generación en generación. Afirma el psicólogo Albert Bandura que “el aprendizaje es bidireccional: nosotros aprendemos del entorno, y el entorno aprende y se modifica gracias a nuestras acciones”.
Ahora bien, existe otra forma de ver la realidad social y educativa, es bajo el aspecto que no proporciona elementos de ganancia y que por el contrario afecta comportamientos de chicos y jóvenes; es el aprendizaje por imitación, que conlleva a un consumismo masivo entre nuestros pupilos con los productos que ofrecen a través de los medios de comunicación y las plataformas digitales, este importante pero saturado mercado de productos virtuales que se encuentran a un clic de los chicos en el momento de tener sus celulares, computador y ‘tablet’ están en la actualidad generando conductas imitativas y dañinas; pues se ha vuelto una situación adictiva el uso de esta tecnología.
La necesidad de tener un elemento tecnológico como los nombrados anteriormente son el producto de una conducta imitativa que no perdona que un chico en su medio social no posea algún elemento tecnológico; se volvió una situación que genera discriminación; a esto se le suma la adicción que hoy en día generan estos aparatos; es aquí en este instante donde cada uno de nosotros es responsable de seleccionar aquellos aspectos de aprendizaje por observación que son un beneficio y aquellos que definitivamente deben ser extraídos con mucha cautela y sutileza de la cotidianidad de nuestros niños y jóvenes.
Concluyo: El arte de aprender es la réplica que puede impactar mi vida y por ende transforma los esquemas y estereotipos de los que están a mi alrededor.